Matemáticas Aplicadas Contra Cárteles
Un estudio publicado en Science reveló que los cárteles son el quinto mayor empleador de México. ¿Es posible detener a los narcotraficantes que reclutan más rápido de lo que asesinan a sus reclutas?
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NOTA - Este artículo es de Septiembre 2023, pero lamentablemente sigue siendo muy relevante hoy en día, especialmente con el uso de un sicario de 17 años en el asesinato del alcalde Carlos Manzo. La estimación central del número de empleados de los cárteles es muy útil para comprender el problema del crimen organizado en México.
Se dice que el sicario conocido como Juanito Pistolas fue reclutado con tan solo trece años en la sangrienta ciudad fronteriza de Nuevo Laredo, frente a Laredo, Texas. Al unirse a un escuadrón de la muerte con el escalofriante nombre de “La Tropa del Infierno”, fue inmortalizado en canciones de rap locales por su afición a los tiroteos.
“No importa la edad para andar aquí jalando”, canta un rapero con el estilo arrastrado del narco-rap tamaulipasiano. “Simón soy chavalo, pero ando laborando. Juanito Pistolas, así me han apodado.”
Los detalles de la vida de Juanito son confusos, pero parece ser Juan Francisco Díaz, nacido en 2002. Un informe afirma que sus padres fueron asesinados por el mismo cártel que lo reclutó. Sin embargo, su notoriedad fue efímera. En 2019, soldados lo «eliminaron» en un tiroteo en el que le volaron la cabeza. Acababa de cumplir diecisiete años.
La brutal y trágica historia de Juanito ilustra dos aspectos clave de las guerras de cárteles” en México. Uno es cómo los cárteles logran reclutar a tantos jóvenes con la promesa de fama y dinero. En casos como el de Juanito, se les puede llamar, con razón, niños soldados. El segundo aspecto es cómo estos reclutas son tratados como carne de cañón, y muchos de ellos mueren. La magnitud del número de víctimas en México es asombrosa. Desde que el presidente Felipe Calderón lanzó una ofensiva militar contra los cárteles en diciembre de 2006, se han registrado casi 400.000 homicidios, de los cuales quizás dos tercios estén relacionados con el conflicto.
Un nuevo estudio publicado hoy en la revista Science por los investigadores Rafael Prieto-Curiel, Gian Maria Campedelli y el fallecido Alejandro Hope, utiliza las matemáticas y los datos para cuantificar estos problemas y buscar una solución. Crean un modelo que revela que los cárteles son uno de los principales empleadores en México, con entre 160.000 y 185.000 miembros, y que necesitan reclutar al menos 350 personas por semana para compensar las bajas por muerte o encarcelamiento.
Lo que resulta aún más preocupante es que los cárteles no han hecho más que crecer en la última década y el número de homicidios tiende a seguir aumentando. La conclusión del estudio se encuentra en su título: «Reducir el reclutamiento de miembros para los cárteles es la única manera de disminuir la violencia en México».
“¿Qué va a pasar en los próximos cinco años? Si seguimos con las mismas políticas, los homicidios en el país aumentarán un 25%”, me dijo Prieto-Curiel en una entrevista por Zoom. “Incluso si arrestáramos al doble de personas que arrestamos hoy, en 2027 seguiríamos teniendo un 8% más de homicidios. E imagínense, el doble de arrestos, de policías, de jueces. No va a funcionar… ¿Qué va a funcionar? Centrarnos en el reclutamiento de los cárteles”.
Matemáticas Aplicadas contra Sicarios
La lectura del estudio me genera tanto esperanza como reservas. México es un país de paradojas: por un lado, jóvenes extremadamente marginados como Juanito Pistolas; por otro, una extensa clase media, con una cuarta parte de los jóvenes asistiendo a la universidad y un número significativo con estudios de posgrado. El autor, Prieto-Curiel, es doctor en matemáticas aplicadas por la UCL y realizó estudios de posgrado en Oxford antes de incorporarse al Centro de Ciencias de la Complejidad en Viena. Este creciente grupo de graduados podría ser clave para romper el ciclo de violencia. El estudio busca comprender la violencia en México como un problema matemático y encontrar una solución concreta.
Además, el estudio contó con la participación de Alejandro Hope, un veterano analista de seguridad y mente brillante (y amigo), quien falleció en abril por causas naturales a los 52 años. Prieto-Curiel afirma que es, en parte, un homenaje a él. Yo también coincido instintivamente con sus conclusiones: los cárteles emplean a muchísima gente, quizás incluso más de lo que indica el estudio, y es importante visibilizar este problema colosal. Evitar que los jóvenes se unan a ellos debe ser clave para encontrar una solución a este embrollo.
Por otro lado, convertir las complejas interacciones humanas del crimen organizado mexicano en ecuaciones matemáticas es un desafío enorme, y me resulta difícil creer que se obtengan fórmulas y cifras precisas al respecto. Los cárteles no publican declaraciones de impuestos ni nóminas. El estudio reconoce estas limitaciones: «Nuestro trabajo se basa en un enfoque matemático y, como en cualquier otro trabajo que utilice métodos similares, se fundamenta en supuestos que suelen ser difíciles de verificar o comprobar».
También está la compleja cuestión de cuántos reclutas de los cárteles trabajan a la vez para el Estado, portando una placa policial. Y existe un debate sobre cómo clasificar a los cárteles y quién es realmente miembro, o incluso si deberíamos usar el término. El estudio opta por una definición amplia, afirmando que “definimos operativamente a los cárteles como aquellas organizaciones criminales que se encontraron activas en México… independientemente de su tamaño y tipo de actividad”. Esto incluye no solo a los narcotraficantes, sino también a los delincuentes que roban petróleo y extorsionan, así como a quienes participan simultáneamente en todas estas actividades ilícitas.
El estudio identifica 150 de estos “cárteles”, desde los principales actores hasta las pandillas locales. Sin embargo, los 20 cárteles más importantes concentran más de dos tercios de los reclutas, con el Cártel Jalisco Nueva Generación a la cabeza, con un estimado de 28.764 miembros (¡una cifra muy precisa!), seguido por el Cártel de Sinaloa con 17.825.
Si los cárteles fueran una sola empresa, señala el informe, serían el quinto mayor empleador privado de México, entre la cadena de supermercados Oxxo y la compañía de telecomunicaciones América Móvil. Si bien esto implica una comparación un tanto desigual, ilustra claramente que el crimen organizado tiene un gran peso en la economía y en las comunidades.
El estudio observa cómo los distintos cárteles presentan tasas de reclutamiento contrastantes y analiza cómo esto puede afectar el nivel de homicidios en diferentes estados. Resulta notable la variabilidad de la violencia en México y sus fluctuaciones anuales, un fenómeno que nunca se ha explicado completamente. El estudio también considera la presencia de uno, dos o varios cárteles en un territorio y cómo estos pueden enfrentarse a las fuerzas de seguridad, pero también desaparecer ante el aumento de tropas.
Utiliza estos datos para formular una serie de ecuaciones como la anterior. Mis conocimientos matemáticos me impiden analizarlas críticamente y determinar su precisión. En el mejor de los casos, son estimaciones útiles. Sin embargo, lo mismo puede decirse de muchos estudios sobre delincuencia, como «Cuánto gastan los estadounidenses en drogas ilegales», elaborado por la Corporación RAND para la Casa Blanca. Y la respuesta a esa pregunta —unos 150 000 millones de dólares al año— resulta muy útil para ilustrar la magnitud del problema.
La conclusión más convincente y preocupante del estudio es la predicción de que los cárteles seguirán expandiéndose y que el número de homicidios podría aumentar aún más. En medio de la cobertura de la violencia, puede parecer que la situación se mantiene estable, con fluctuaciones mensuales. Sin embargo, al analizar las cifras con detenimiento, los autores señalan una clara tendencia al alza a medio plazo. Lo peor podría estar por venir. Lo cual es desalentador y aterrador.
Detener a los niños soldados
Aunque Prieto-Curiel trabajó un tiempo en la policía de la Ciudad de México, defiende firmemente el enfoque preventivo. Esto lo distingue del presidente salvadoreño Nayib Bukele, quien ha optado por una política carcelaria extrema, encarcelando al 1% de la población en una ofensiva contra las pandillas.
“Estos criminales se aprovechan de jóvenes de entre 11 y 15 años, les ofrecen ingresos o, en algunos casos, los reclutan a la fuerza”, me cuenta Prieto-Curiel. “Hacen que el cártel sea un objetivo atractivo para los adolescentes, con narcocorridos, fiestas… Así, a los 14 años, primero son vigilantes, luego contrabandistas, después cobradores, y así van ascendiendo en el cártel. Los reclutan muy jóvenes. Pero si reducimos el reclutamiento por parte de los cárteles en los próximos cinco años, reduciremos el número de homicidios”.
Prieto-Curiel sigue siendo cauto respecto al impacto. Si el reclutamiento de miembros por parte de los cárteles se redujera a la mitad, lo cual sería difícil, los homicidios disminuirían un 30 por ciento, predice. Aun así, México seguiría teniendo una alta tasa de homicidios, peor que hace una década. «Este es el resultado más triste al que he llegado en mi carrera científica», afirma. «Van a seguir matando. Tienen motivos para tener conflictos internos».
Aun así, reducir los homicidios en un 30% sería un logro enorme y generaría una sensación general de mejoría, allanando el camino hacia la paz a largo plazo. Pero del dicho al hecho hay un trecho. Tanto el expresidente Enrique Peña Nieto como el actual presidente Andrés Manuel López Obrador se han jactado de grandes programas de prevención, pero ninguno ha tenido impacto.
El problema, a mi parecer, radica en que los planes son demasiado generales en lugar de estar altamente focalizados para evitar que los jóvenes objetivo caigan en manos de los cárteles. He conocido a excelentes trabajadores sociales sobre el terreno, desde Monterrey hasta Ciudad Juárez, que son eficaces para alejar a los jóvenes de la mafia, pero el dinero suele ir a parar a manos de personas con influencia política cercanas al gobierno federal.
Prieto-Curiel afirma que lo fundamental es que la sociedad mexicana ofrezca una alternativa mejor a una vida tan destructiva. «El crimen organizado ofrece a los jóvenes mexicanos una de las carreras menos beneficiosas que existen, una de las más violentas del mundo». Según su modelo, de los jóvenes que ingresan a los cárteles actualmente, el 40 % morirá en una década.
Esta matanza masiva de jóvenes ha sido una característica estremecedora del derramamiento de sangre en México. Durante los peores años de violencia en Juárez, la madre de un pandillero describió cómo los chicos de su barrio estaban siendo «exterminados como cucarachas». En el «narcocementerio» de Jardines del Humaya, en Culiacán, yacen enterrados muchísimos jóvenes, algunos con fotos de sí mismos empuñando armas o en campos de marihuana.
Esta muerte inminente se acepta en ciertos elementos de la cultura del narcotráfico. Como dice el rap sobre Juanito Pistolas: “Nacimos para morirnos. Nos vemos en el infierno”.
Estos jóvenes necesitan algo mejor por lo que vivir que morir en un estallido de gloria.
Fotografías publicadas en redes sociales por supuestos miembros del cartel en 2015.
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