¿Qué tanto territorio mexicano está gobernado por los cárteles?
Respuesta: Nada al 100%. Pero hay un duopolio del poder en varias partes del país.
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En enero, se viralizó un video en México en el que mujeres wixaritari del estado de Jalisco, ocultando sus rostros con pasamontañas, le pedían al Mencho, un capo de la droga, que eliminara a un matón local. Leyendo de una hoja de papel, la mujer al frente del grupo decía que el criminal llamado "El Rojo" estaba haciendo extorsiones, desapariciones y "asesinatos injustificados" que iban en contra de los "principios" del Cártel de Jalisco Nueva Generación, comandado por el Mencho y que domina el estado.
"Nunca en la vida histórica de nuestros municipios jaliscienses del norte, no nos habíamos sentido tan inseguros, tan impotentes, tan desprotegidos hasta que llego este hijo de puta" dice la mujer. "Córtale la cabeza. Mata al bandido este. […] Si nosotras tuviéramos armas, nosotras mismas los matábamos, pero tristemente no tenemos".
Fue un discurso fuerte, porque mostraba a ciudadanas apelando al jefe de un cártel para resolver sus problemas de seguridad, en vez de acudir a la policía. El primer comentario en YouTube decía: "Qué triste ver que la gente recurra a un delincuente para detener a otro delincuente y el gobierno sea incapaz".
El caso me recuerda un editorial de El Diario de Juárez allá por 2010, cuando asesinaron a un fotógrafo en su hora de comida. Con el título "¿Qué quieren de nosotros?", el artículo se dirigía directamente a los líderes de los cárteles: "Ustedes son, en estos momentos, las autoridades de facto en esta ciudad, porque los mandos instituidos legalmente no han podido hacer nada para impedir que nuestros compañeros sigan cayendo".
Estos mensajes nos enfocan en un punto crucial de la guerra criminal en México: ¿qué tanto territorio está gobernado realmente por capos? En 2022, un grupo de senadores estadounidenses publicó una resolución en la que expresaba su preocupación por las condiciones de seguridad en México. "Reportes delComando Norte de los Estados Unidos indican que los cárteles mexicanos ya controlan entre el 30% y el 35% del territorio mexicano", decía la resolución. Cuatro años antes, se reportaba que la CIA había concluido que el 20% de México estaba bajo control de los cárteles.
Este es un tema sensible que puede pintar a México como Estado fallido. Eso, a su vez, tiene un impacto real en los tratos que los demás países hagan con el gobierno mexicano, sobre todo en cuestiones de ayuda exterior o de venta de armas. Y puede ser usado para apuntalar el argumento a favor de una intervención militar estadounidense, que ha ganado fuerzas en tiempos recientes.
También implica que México padece un conflicto armado como la guerra civil en Siria, donde el Estado Islámico se apropió de miles de kilómetros cuadrados. De hecho, en 2017, el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, en Londres, declaró que México tenía el segundo conflicto armado más letal del mundo, por detrás de Siria. La editora del documento dijo que "clasificaba a México como un conflicto armado porque el gobierno nacional ha caracterizado a los cárteles criminales como una amenaza existencial". El entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, retuiteó un artículo sobre el estudio.
Sin embargo, el gobierno mexicano siempre ha insistido en que se enfrenta a un problema de delincuencia, no a una guerra real. Reitera este punto a pesar del intenso nivel de violencia y del hecho de que la mayor parte del ejército lleva 17 años combatiendo criminales. En respuesta al estudio del IIEU, la Secretaría de Relaciones Exteriores publicó un comunicado vehemente.
"El informe señala de forma irresponsable la existencia de un 'conflicto armado (no internacional)' en México", decía el comunicado. "Esto es incorrecto. Ni la existencia de grupos criminales ni el uso de las Fuerzas Armadas para mantener el orden en el interior del país son razón suficiente".
Aunque el tema sea explosivo y pueda ser blandido para promover una agenda en particular, tenemos que abordarlo para buscar la verdad y encontrar la manera de salir de este hoyo. Fingir que el problema no existe no cambia la realidad.
Yo creo que sí hay una forma de conflicto armado en partes de México, pero es muy diferente del de Siria o de las guerras civiles que destruyeron Centroamérica en los años ochenta. Se trata de un conflicto híbrido que se sitúa en un punto intermedio entre el crimen y la guerra, y batallas similares están asolando gran parte de Latinoamérica en nuestros días. Necesitamos un nuevo lenguaje y normas legales para tal violencia, por lo que ponerla en el mismo cajón que Ucrania es mala idea. De manera similar, el control criminal del territorio es distinto a una insurgencia tradicional.
Los cárteles sin duda ejercen cierto control en varias partes de México. Eso puede notarse en los escuadrones de sicarios que operan abiertamente, en los retenes que instalan, en los toques de queda que ordenan, en el hecho de que delimitan qué pueden reportar los periodistas, en que cobran una cuota a las ventas de aguacate, en que mueven votos para los candidatos y en que controlan (o asesinan) alcaldes.
Sin embargo, a diferencia del califato del Estado Islámico, el gobierno mexicano sigue operando en esas zonas. Les brinda electricidad, les envía maestros y recoge la basura. Y el ejército aún puede entrar (mientras los sicarios de los cárteles se esconden) y luego irse (y entonces vuelven a salir).
En contraste con el Estado Islámico o la guerrilla comunista de Sendero Luminoso en Perú, a los criminales no les interesa controlar la educación ni crear una nueva sociedad. Lo que quieren es ganar dinero y eliminar a sus rivales, así que gobiernan los elementos que les permiten ambas cosas. Le dicen al alcalde a quién nombrar jefe de la policía, pero no deciden quién da clases en la escuela.
El politólogo Benjamin Lessing está estudiando lo que él llama "gobernanza criminal" en Latinoamérica, y ha propuesto un concepto que desenmaraña esta paradoja: hay un duopolio del poder entre el Estado y los grupos criminales. Mientras que su mejor investigación se concentra en Brasil, hay muchos paralelos con México.
"[Los territorios] están caracterizados por lo que yo llamo un duopolio de la violencia. No es que el Estado no pueda entrar a estos territorios, sí puede. No es que los ciudadanos de esos territorios dejen de ser ciudadanos del Estado. Votan. Muchos de ellos tienen un empleo formal", dice Lessing. "Pero en el día a día, la pandilla está ahí como una autoridad armada que estructura su vida cotidiana".
Desde La Tuna a Tijuana
La Tuna, el pueblito en la sierra donde nació El Chapo, es un ejemplo extremo de un lugar donde reina el cártel y el gobierno está ausente. Yo fui allá en 2018 para escribir un artículo sobre el juicio del Chapo. Me quedé en casa de un primo del capo de la droga y entrevisté a su madre. En la carretera de terracería que lleva a La Tuna, se ven...
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