Alivio cómico en la guerra de Sinaloa
Bobadilla encuentra humor negro en medio de la violencia de los cárteles
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Los habitantes de la ciudad de Culiacán viven meses de terror desde que un estalló la guerra civil entre las dos facciones principales del Cártel de Sinaloa. Los tiroteos resuenan como petardos en un carnaval. Hombres armados secuestran a jóvenes en la calle. Soldados respaldados por helicópteros artillados arrasan casas de seguridad. Cadáveres mutilados manchan los caminos de tierra. Cientos de personas han muerto y desaparecido.
Es una tragedia que da para llorar, pero algunos sinaloenses también logran reírse de sus penurias.
Ricardo Sánchez “Bobadilla”, oriundo de Culiacán, escribe tiras cómicas ambientadas en el baño de sangre. A lo largo de los años, ha creado varios personajes del lado oscuro de Sinaloa, entre ellos un par de policías corruptos (“Los Cochipolicias”), pero sus personajes más famosos son un dúo de sicarios llamados El Ñacas y El Tacuachi. Los sicarios hablan en un argot sinaloense denso y se dedican a su sangriento negocio de asesinatos por dinero, pero las caricaturas también contienen comentarios satíricos mordaces.
En esta reciente tira cómica a continuación, por ejemplo, se ve a un turista que llega a Culiacán en medio de la guerra.
Como reportero que va a esos lugares de moda, me parece que el chiste es muy punzante, pero aun así me hizo reír a carcajadas. Conozco a Bobadilla desde que fui por primera vez a Culiacán en 2008 y compartí con él muchas cervezas y menudos (sopa de tripa de vaca) en mis viajes allí. Lo alcancé mientras recorría escenas de crímenes el mes pasado y lo entrevisté sobre cómo dibujaba tiras de humor negro en medio de una zona de guerra del narcotráfico.
El propio Bobadilla creció en lo que se consideraba uno de los barrios más narcos, Tierra Blanca, en los años setenta y ochenta. A su barrio llegaban autobuses procedentes de las montañas del “Triángulo Dorado”, donde se cultivaban drogas, con campesinos en sandalias que cargaban sacos de goma de opio. En las calles veía a tipos que luego se convirtieron en los capos mas pesados, como El Güero Palma, El Azul e incluso El Chapo.
“Mi hermana tenía un novio en esa época, que era amigo de todo esta gente. Y una vez estuvieron ahí en mi casa, en la cochera tomando. Se pusieron muy barrachos y empezaron a tiar balazos al aire y rompieron un transformador, y se fue la luz”.
Ñacas y Tacuachi reflejan el estilo de estos narcos de la vieja escuela con los que creció Bobadilla. Llevan sombreros, gafas de sol Ray-Ban y camisetas colgando.
Bobadilla leía tiras cómicas norteamericanas como Peanuts y Archie, pero se sentía particularmente inspirado por las caricaturas satíricas latinoamericanas. Su favorita era la del argentino “El Negro” Fontanarrosa, que dibujaba a un mercenario, Boogie, que viajaba por todo el mundo causando problemas.
Bobadilla empezó a hacer tiras cómicas más políticas, pero él y otros caricaturistas sinaloenses pasaron a temas relacionados con el narco porque eso era lo que veían a su alrededor. Los narcos, los asesinatos, la corrupción estaban por todas partes, no había escapatoria.
“Cuando empezamos a hablar de eso era para visualizarlo, para que eso que vieron en las calles, or que esto cuando escribes o lo pasas un papel, lo publicas – lo dices, ‘Esto es que está realmente pasando.’ Y se quedo como una evidencia.”
Aunque es un lugar ultraviolento, Sinaloa puede ser simplemente surrealista. La tira cómica que aparece a continuación muestra un hecho real que ocurrió recientemente. Un helicóptero voló con una bandera blanca y los residentes pensaron que se había anunciado una tregua en la guerra entre cárteles. Pero fue solo un ensayo para promocionar el inicio de la temporada de béisbol.
En la tira cómica, mientras ondea la bandera blanca, el sicario dice: “Aviéntales un granadazo ahora que están distraídos”. Cuando se dan cuenta de que es para la pelota de béisbol, su compañero dice: “Ah, va a estar chilo, que El Juanito nos preste el palco”.
Ñacas y Tacuachi hablan argot sinaloense con malas palabras a pesar de que Bobadilla publica en periódicos como Río Doce y El Debate. Al principio, los editores eran cautelosos con el uso de lenguaje obsceno porque los niños podían leerlo. Pero Bobadilla dijo que tenía que escribir como ellos hablan. Sin embargo, a menudo escribe la palabra sinaloense “verga” como “erga”, como la dicen a veces en la calle. Se ha convertido en una marca y algunas personas ahora reconocen a Bobadilla y gritan “¡Erga!”.
Para los ciudadanos comunes de Culiacán, es un reto diario no caer en el lado equivocado de los narcos. “Aunque estamos diciendo con humor, si tu te paras atrás de un vato y le pitas te pueden matar,” dice Bobadilla. “O te cobran piso. O te secuestran.”
Bobadilla ha sufrido personalmente. En 2008, cuando estalló una guerra civil anterior del Cártel de Sinaloa, su hermano mayor Miguel fue asesinado. Miguel estaba comprando paletas de hielo con su esposa cuando un hombre sacó una pistola y le disparó. Bobadilla cree que simplemente se trató de un error de identidad, pero la policía nunca llegaron a esclarecer el caso.
“El ministerial me recibe y me dice: ‘¿Tu sabes manejar armas?’ No. ‘¿Tienes amigos pesados o políticos?’ No. ‘Entonces, no te metas’”.
Considerando el dolor que ha sufrido su propia familia, le pregunto cómo ve a Ñacas y Tacuachi. ¿Son villanos? ¿O héroes? ¿O antihéroes?
“Son de la vieja forma,” responde. “Dentro de lo imoral que es un sicario, tiene un cierta ética, ciertas normas. Que no matan niños o mujeres. O son bondadosas. O pueden ser hasta media gays. O pueden ser brutalmente tiernos. De la vida real son anti héroes asi lo ve la gente.”
Bobadilla reconoce que hay una delgada línea entre hacer sátira o crítica de los narcos y glorificarlos. Sin embargo, los cómics no son realmente parte de lo que se entiende por “narcocultura”, que incluye los corridos que los narcotraficantes financian personalmente para celebrarse a sí mismos. Sin embargo, como ocurre con tantas cosas en Sinaloa, las caricaturas sí reflejan el mundo del narco.
Le pregunto a Bobadilla si cree que Ñacas y Tacuachi podrían retirarse en algún momento, cuando finalmente ya no haya más trabajo para ellos. Lamenta que los cárteles sean como una hidra y que cuando se corta una cabeza, vuelven a crecer dos. Pero Ñacas y Tacuachi aparecen en una tira cómica con una preocupación: si Estados Unidos tiene un mejor plan de salud para sacar a la gente de la adicción a las drogas, temen, podría afectar a sus negocios.
Cartoons published with permission of Bobadilla
Photos by Fidel Durán
Text copyright Ioan Grillo and CrashOut Media 2024