Exclusivo: Dentro del celular de un jefe de plaza del Cártel
Un operativo de inteligencia mexicano revela los dolorosos detalles de cómo operan los mafiosos
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Un mensaje llega a la bandeja de entrada de WhatsApp pidiendo más “soda”, es decir, cocaína, y “duro”, es decir, metanfetamina, para abastecer un punto de venta. Otro mensaje llega con un informe sobre ladrones (o “rateros”) en el mercado local que necesitan ser eliminados, seguido de fotos de ellos.
Se escucha un audio en el que se quejan de que han golpeado a un cuñado. Se ve un video de armas bañadas en oro y joyas junto con mensajes de un asociado que toma un pedido para decorar más armas. Luego aparece un documento con la declaración de un testigo ante la policía sobre un asesinato.
Estar a cargo de un territorio o plaza de un cártel de la droga no es el trabajo de un simple matón, sino que es una operación gerencial compleja. El jefe de la plaza tiene que lidiar con docenas de empleados, proveedores y vendedores, centinelas y sicarios. Tiene que vigilar el territorio en busca de enemigos y criminales “antisociales”, y difundir propaganda. Y tiene que asegurarse de que los agentes de la ley adecuados trabajen con él para mantenerlo en funcionamiento.
Sería difícil prescindir de un teléfono celular para coordinar pagos, emitir órdenes y difundir fotografías de objetivos. Pero la tecnología que permite a los jefes de los cárteles gestionar sus negocios también permite un registro de sus delitos.
Agentes mexicanos en operaciones de inteligencia federal han realizado varios análisis del contenido de teléfonos celulares capturados a miembros de cárteles. CrashOut tuvo acceso al análisis de un teléfono celular de un jefe de plaza arrestado del Cártel Jalisco Nueva Generación en Guanajuato, uno de los estados con mayor índice de homicidios en México. Con más de 16.000 mensajes, de los cuales más de 1.000 ofrecen información útil, y miles de documentos, cuenta una historia detallada de cómo se maneja una plaza.
El capo, que gobernaba dos municipios para el cártel, tenía más de 50 empleados directos, e incluso compartía listas con sus apodos junto con sus salarios. Tenía detalles de pagos que mostraban la economía del cártel. Y tenía un grupo de WhatsApp para obtener información de inteligencia en su territorio proporcionada por halcones y oficiales de policía en la nómina del cártel.
El último detalle es clave para explicar por qué los cárteles operan tan ampliamente y por qué un jefe de plaza lo registra de manera tan descarada: están bajo la protección de fuerzas de seguridad corruptas y, a menudo, solo son atrapados porque la policía o las tropas que trabajan para un cártel rival los agarran, como pareció suceder en este caso.
Los mensajes del teléfono móvil indican pagos a agencias de seguridad, entre ellas…
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